viernes, 4 de junio de 2010

DANZA DE XAYACATES


ESQUEMA DE UNA DANZA DE XAYACATES

La danza de los Xayacates esta formada por violinista, punteros danzantes, aprendices de punteros y representantes de la danza.
Violinista: Es el responsable de tocar el violín carrizo que marcan el ritmo y pisada del danzante y de su sonaja.
Punteros danzantes: son los que saben los ritmos y pasos a partir de escuchar el violín, que marcan el paso a los aprendices.
Representantes: Es el responsable de la danza es el más grande en años y es el que transmite la sabiduría de la danza tradicional a los danzantes de hoy.

DANZA DE XAYACATES



La danza de Xayacates es más nueva, se realiza con violín y una máscara con un paño que representa a los españoles. Nace durante la conquista después de otra gran epidemia de viruela, en 1774, según José Lameiras (“Tuxpan de Jalisco. Una Identidad Danzante”, 1990). San Sebastián es el protector de los enfermos, entonces en su origen fue la danza de agradecimiento de los criollos españoles, mientras que la de Sonajeros era la indígena. Ahora están mezclados y no existe esa diferencia. En las dos danzas bailan tanto indígenas como mestizos.

La danza de Xayacates es hoy en día la danza principal de las fiestas en honor a san Sebastián Mártir, según la tradición oral se originó como repudio a los invasores españoles que se avecinaron en Tuxpan, desde el siglo XVI, y a los naturales les llamaban, Quistianos y que estos les daban un trato inhumano, por lo que dichos abusos hicieron que los nativos reaccionaran de alguna forma y protestaran contra ellos.

DANZA DE SONAJEROS

La ejecución de la danza la realiza una cuadrilla de danzantes, que puede estar integrada desde una veintena hasta más del centenar, formados en dos filas por parejas, quienes siguen, en la ejecución de cada son, los pasos y evoluciones de la pareja delantera de capitanes o punteros (generalmente los más habilidosos). Los fuertes remates con los pies sobre el piso marcan el ritmo de la ejecución, concordante con los sones de la música, ejecutada con flauta de carrizo y tamborcillo de doble membrana por los músicos-piteros, complementándose con giros de adentro hacia fuera y de afuera hacia adentro de las filas, cruzamientos, engarces (“amarres”) y otras evoluciones, lo que crea una vorágine con el conjunto multicolor del vestuario de los danzantes.Los sones son interpretados por uno o dos músicos con flauta de carrizo y tamborcillo de doble membrana, percutido con una vara corta de madera. Cuando son dos los músicos, uno lleva la “voz” primera y otro la “voz” segunda.
Es usual encontrar que a un mismo son se le conoce con nombre distinto en diferentes lugares (aunque sea el mismo en cuanto al contenido melódico). Algunos de los más conocidos son: “El maíz negro”, “El sonajero”, “La culebra”, “El caracol”, “El ocho” o “La pozolera”, “La ola”, “Morisma”, “El monito”, “El remolino” o “Mar de cuatro vueltas”, etc., algunos otros denotan la referencia a una localidad, como “El zapotleco” o “La tuxpaneca”; también existen sones llamados “de contradanza”, como “San Antonio”, “La pájara pinta” y otros más, de este tipo, sin nombre. Se da el caso de músicos-piteros (quienes poseen la memoria de estos sones) quienes reúnen elementos melódicos de sones diferentes para crear uno nuevo, al que nombran de acuerdo con su particular gusto.
La Ola se baila pasando la pareja que va quedando atrás, debajo de las sonajas sostenidas en alto, de las parejas que le van precediendo. La rápida sucesión de movimientos de inclinación y elevación a que dan lugar estos pases, imprime al conjunto de parejas un movimiento ondulatorio, que es la razón de su nombre.
La Torre termina con una pirámide que forman los danzantes subiendo unos sobre otros, y cuando lo han logrado, agitan unas banderitas de papel de que van previstos. La Morisma es un bailable de complicados pasos cuyo ritmo se acentúa con fuertes huarachazos; las sonajas mientras tanto se agitan incesantemente; las levantan más arriba de la cabeza y al bajarlas, las apoyan momentáneamente en el hombro, para pasarlas después por entre las piernas con un ágil cambio de manos, y volverlas después a la posición normal. Se hacen entonces complicadas evoluciones por todos los danzantes, que han bailado en dos filas, dirigidos por la más hábil pareja.
El cambio de figuras se indica con un prolongado sonido de los pitos y un grito agudo de los danzantes.
La música que bailan es expresiva, rítmica y variada, y se ejecuta con dos instrumentos, la flauta y el tamborcillo de doble parche, que al unísono ejecuta el llamado «pitero»,

Personaje que sin duda merece mención especial en toda cuadrilla, porque no es fácil marcar el paso del grupo por periodos de más de una hora que es la duración de los «ensayes»
El periodo de preparación o “ensayes” es de duración variable, siendo en muchos de los casos, hasta de un mes de anticipación al día de la fiesta. Diariamente, por fuera de la casa donde va a realizarse “el ensaye” -por lo general la de un integrante de la cuadrilla-, se acomoda un altar donde se coloca el nicho de madera que contiene la imagen del santo o santa patrona de la localidad; el nicho con la imagen se cambia todos los días al lugar donde se realizará el próximo “ensaye”. El adiestramiento diario tiene una duración de entre una hora y una hora y media, sin descanso intermedio.

DANZA DE SONAJEROS





El vestuario está compuesto por el chaleco, ornamentado con flecos y orlas de listones, a semejanza del ichcahuipilli (cotón acolchado de algodón que protegía al guerrero en las batallas1) y calzonera de color oscuro, sostenida por el ceñidor; elementos con los que se reviste el sonajero, teniendo como base de la vestimenta, camisa de manga larga y pantalón de color blanco, adicionando a este último, en el extremo de cada pierna, una cenefa de color rojo, a la que se le da el nombre de “polvera”. Calza los tradicionales huaraches de orcaria o “de petatillo”, según su gusto o tradición en la cuadrilla.
Implemento indispensable para la ejecución de la danza es la sonaja, madero labrado cuyas oquedades contienen varias ruedas metálicas (“carracas”, “rodajas”), en acomodo tal que, al mínimo movimiento, provocan sonido. Semejante al macuáhuitl (madero con navajas de obsidiana), arma nativa, la sonaja representa un dardo, un rayo solar que fecunda la tierra. En el México antiguo esta sonaja era llamada chicahuaztli, siendo uno de los elementos que distinguían a las deidades de la fertilidad: Tozi, Xippe Totec, los tlaloques, Chalchiuhtlicue, Xillonen, etc., a quienes se les representaba con este bastón-sonaja en las manos, por su relación con la fertilidad.












DANZA DE SONAJEROS



  • Las cuadrillas de Sonajeros están integradas por dos piteros, los danzantes punteros y sus aprendices (adultos o jóvenes y niños respectivamente), los monos, el viejo, el apache, los mayores y los responsables de la danza.

  • Los piteros son los responsables de tocar el tambor tradicional y el carrizo que marcan el ritmo y pisada del danzante y de su sonaja.

  • Los danzantes punteros son los que saben los ritmos y pasos a partir de escuchar el carrizo y el tambor, que marcan el paso a los aprendices.

  • El viejo es el sabio de la comunidad y los monos sus ayudantes.

  • El apache es el jefe de la tribu (la comunidad representada en la cuadrilla).

  • Los mayores son adultos de la comunidad que marchan al pendiente de los danzantes y en especial de los niños.

  • El responsable de la danza es el más grande en años y es el que transmite la sabiduría de la danza tradicional a los danzantes de hoy.

DANZA DE SONAJEROS



Anualmente, en algunos pueblos y ciudades del sur de Jalisco, al acercarse los días de la fiesta religiosa tradicional, las agudas notas de la flauta de carrizo, acompañadas rítmicamente por las percusiones de los tamborcillos de doble membrana, inundan al anochecer las calles por diferentes rumbos, tocando las fibras más íntimas de los descendientes de aquellos que, desde inmemorial tiempo, por medio de la danza se hacían merecedores de las condiciones favorables para que se renovara la vegetación, las semillas cultivadas germinaran, crecieran y generosamente fructificaran; para que se multiplicaran los animales y aves que eran su sustento, dando paso a la posibilidad de una cosecha y caza abundante que les permitiera sobrevivir.

Ese poder de la naturaleza, encarnado en el Tloque Nahuaque Ipalnemohuani (Quien siempre está cerca y por quien tenemos vida), tenía que ser merecido, obtenido (podría decirse “conquistado”), por medio del baile ritual, para el beneficio humano. Por eso esta danza rememora, en su ejecución e indumentaria, la belicosidad de los antiguos guerreros mesoamericanos. Un estribillo característico, al momento de iniciar la ejecución de un nuevo son, sirve de fondo al fuerte grito acorde de toda la cuadrilla de danzantes; es como aquel impresionante vocerío que preludiaba las batallas en el México antiguo.

Como esta danza ritual estaba ligada a la fertilidad, se utilizaba el color rojo asociado al amarillo. Éstos eran los colores dominantes en la vestimenta: el rojo, que simbolizaba la salida del sol, el renacimiento, la vegetación tierna; el amarillo, el color del sol, del fuego, elemento importante para el desarrollo de las plantas tiernas y para que maduraran los frutos.

La danza fue una de las manifestaciones culturales autóctonas aceptadas y utilizadas por los frailes, primeros misioneros cristianos, en sus actividades catequísticas promovidas al inicio de la colonización, en la primera mitad del siglo XVI. Su ejecución fue permitida a los habitantes nativos en las celebraciones cristianas de importancia, a las que daban realce con su vistosidad, para goce y gusto de propios y extraños, como fue el caso de la visita que el Comisario General franciscano Alonso Ponce hiciera, en 1587, a los pueblos de la región.

La danza de los Sonajeros es la más antigua. Se realiza desde antes de la llegada de los conquistadores europeos. Don Pedro Patricio, mayor de la comunidad y encargado de la cuadrilla abajeña, dice que se trata de una danza de guerra que representa la marcha de las tropas al combate. “Su grito es un grito de batalla y la sonaja es el mazo de pelea.
Platican los antiguos que esta danza empezó en agradecimiento a San Sebastián, que llegaron cuando hubo una enfermedad muy fuerte, una peste que hacía que a la gente le salieran granos y llagas en la cara, creo que era la viruela negra. Llegaron tres San Sebastián, que cuidaban las tres entradas del pueblo para que no entrara la enfermedad. Y es que era muy feo, la gente era enterrada viva para que no contagiara. Ahí la enfermedad se detuvo y desde ahí se agradece a San Sebastián danzándole, con gusto, alegría y amor”.
Las cuadrillas de abajeños y arribeños son las más antiguas, la de pronunciados surge después de una rebelión de indígenas de Tuxpan junto con indígenas de Zapotiltic y de Tamazula contra la hacienda “El Rincón”, en 1872.
La danza de Sonajeros se realiza en honor a San Sebastián y en ellas participan tanto mujeres como hombres de todas las edades.

INTRODUCCIÓN DE LA DANZA




La danza es la más antigua de las artes. Juntamente con la música y la poesía, es una de las formas del ritual, en sus manifestaciones religiosas, fúnebres o guerreras.
El ritmo, está en los reflejos automáticos del organismo, ya que la danza es un movimiento rítmico y ordenado del cuerpo.

Junto con el ritmo, el hombre ha extraído de las actitudes y los gestos especialmente confiados a la cabeza y a las manos a la reverencia a Dios, a lo supremo.

En todos los pueblos primitivos la danza y la música constituyeron un todo indivisible.
La danza es una de las manifestaciones de la vida humana que mejor refleja el sentimiento religioso, los perfiles de la vida social, las expresiones de costumbres públicas y privadas.

Los primeros antecedentes los encontramos en las pinturas rupestres. La historia de la danza refleja los cambios respecto de las relaciones del pueblo con su conocimiento del mundo. Razón por la cual, las primeras danzas tuvieron un carácter de culto.

Las culturas prehispánicas utilizaban la danza como una forma de rendir homenaje a las divinidades. Se bailaba (y al mismo tiempo se rendía tributo) al dios sol, a la madre tierra, al ‘inframundo', a la guerra. Todo era regido por los dioses. Todo era creado, observado, dirigido, por las deidades.

El escenario original de estas manifestaciones culturales son las fiestas religiosas y, por ende, adquieren un carácter ritual, en el que las danzas pueden representar una ofrenda, un agradecimiento o una petición a las deidades prehispánicas.

En la vestimenta de los danzantes se reproduce la iconografía simbólica de las cosmogonías, paisajes, faunas y floras de las regiones culturales que producen estas coreografías.

En Tuxpan existe una gran diversidad de danzas, algunas de origen prehispánico algunas influenciadas por la transculturación que se generó al llegar los conquistadores es importante mencionar que en la actualidad aún se practican engalanando las fiestas tradicionales, culturales y religiosas con su colorido y participación.

Las danzas: la música y la danza están ligadas a la vida y a la muerte para perpetuar la continuidad de la existencia de los dioses y al mismo tiempo la de la naturaleza ya que sin ellos el género humano no existiría, en la danza está presente la historia, el mito y las creencias de la gente, cada paso o movimiento del danzante manifiesta la armonía de la naturaleza, la petición a los dioses, el agradecimiento por los favores y protección, los colores representan la manera de portar su energía y propiamente a ellos en las ceremonias, por ello la importancia de la colocación de cada uno de los elementos que conforman su vestuario, sus colores y accesorios tienen una característica que define su identidad, su estado civil y el estado de ánimo en el danzar.

La danza exige un largo aprendizaje que se logra gracias a la práctica y a la organización de sus danzantes y miembros, sujetos a una severa disciplina que impone la obediencia y respeto a los jefes de los grupos de danzantes llamados capitanes que a la vez están sujetos a la viejada de la cuadrilla al igual que los músicos y los viejos son los que tienen la responsabilidad de llevar a los aprendices a un ritmo de la música que requiere destreza y agilidad.